jueves, 19 de febrero de 2009

La liga del sueño


Cuando la exaltación de la melodía frenó el vértigo de las aventuras psicodélicas, podríamos decir que nació el dream pop. Sin embargo, me cuesta trabajo ubicar con precisión sus coordenadas en el desarrollo reciente de la música.

En todo caso, sus ingredientes esenciales se dejan ver claramente en la naciente psicodelia de la segunda mitad de los años 60 en Inglaterra (The Pink Floyd, aún con Syd Barrett a la cabeza, The Moody Blues y hasta The Beatles) y en Estados Unidos (The Byrds, The Mammas & The Papas y otros cándidos hijos del flower power).









Pero haría falta más tiempo y mayores dosis de anarquía para terminar de parir al movimiento como tal. Sin la explosión del punk y su filosofía autogestionaria, creo que hubiera sido imposible que los etéreos sonidos del Dream Pop, y su variante más indie el Shoegaze, llegaran a convertirse en géneros en si mismos.

Gracias a bandas aparentemente disímiles como The Jesus & Mary Chain o los casi olvidados The Dream Academy - hijas de la pujante escena post punk y new wave- el ruido difuso y la melodía dulce y grandilocuente ganaron popularidad y quedaron plasmados en los oídos y corazones del mundo durante los mentadísimos años 80.





Ojo que cito a ambas bandas por su decisivo impacto en el mainstream musical, que siempre suele marcar un antes y un después para el desarrollo de todo género, y no por desmerecer el trabajo pionero, en plenos 80, de proyectos como Dead Can Dance o Cocteau Twins en el legendario sello discográfico 4AD.

De ahí en más, bandas inglesas como My Bloody Valentine, Lush, Slowdive o Ride, o más recientemente, los franceses Air, los finlandeses Sigur Ros, o nuestros compatriotas de Resplandor, han seguido explorando esta ruta.









Recomendamos recorrer esta autopista cuyo peaje está abierto a más de cuatro décadas de distancia, y por la que transitan sin cesar ensueños sonoros e himnos hipnóticos.

lunes, 5 de enero de 2009

Canciones proféticas

En la música, el paso de una década a otra impuso a muchos artistas el papel de bisagras. Elementos capaces de unir lo mejor o lo esencial del período que culminaba, combinado con visiones de lo que vendría. Sonidos proféticos, recuerdos del futuro, clásicos del porvenir.



Obviamente, el mérito está en que ellos no sabían el papel que esas creaciones iban a desempeñar en la historia de la música reciente, o al menos en la historia de mi amor por ella. Ellos solo crearon, intuyeron, la sintieron y la tocaron. Nosotros, los mortales, gozamos con ellas y les damos hoy el lugar de honor que merecen.



Debo aclarar que no necesariamente estas canciones resultarán bisagras para todos pero sí lo fueron para mí. Sus sonidos me revelaron la música que vendría, me mostraron nuevos caminos a seguir y muchas maravillas que descubrir.



Yo particularmente vivi y sentí con especial intensidad el paso de los 80 a los 90 y por eso me lanzo a compartir joyitas de esa época. Y es que no solo son clásicos, son mucho más que eso. Son profecía, son magia, son luces que guiaron, y seguirán guiando lo que vendrá.